El ataque químico corrosivo en los equipos de producción y estructuras es uno de los riesgos más complejos y en parte más difíciles de calcular. Reacciones químicas, mezclas de productos de desecho, variaciones de temperatura, de presión atmosférica o lentas infiltraciones provocan una fragilización del componente y conducen en más o menos tiempo a su completa destrucción.
Incluso materiales especiales de acero no resisten a la larga estas agresiones. Ni hablamos ya de los materiales cementosos. Una complicación adicional es que muchas de estas estructuras están situadas en el exterior. La aplicación posterior de medidas de protección frecuentemente debe llevarse a cabo bajo condiciones adversas y en tiempo limitado.